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miércoles, 7 de marzo de 2012

Malandro viejo y el 27 de Febrero. A su memoria compae!!!!... y a la de todos los invisibles que andamos por el barrio

Torreja taba próximo a cumpli los 56 años cuando a las 5 de la mañana una ráfaga de una sub ametralladora lo sacudió y lo dejo pegao en una oscuras calles de otro barrio, en la parte alta, subiendo a sector dominado por los narcos. Aun se desconocen las razones y quienes, por lo menos no son públicas, sus compinches no se les va el yoyo en el barrio. Su historia o lo poko que pude conocer de ella forma parte de esos invisibles pa la sociedad, sombras humanas pa muchos y que forman parte del barrio nuestro, ese que ahora esta alzao.

Conocí al Torrejas en el callejón, un domingo de caballos, birras, de ají leí y domino, recostado de la pared de la bodega del sector desde donde la cerveza y una salsa brava a todo volumen hacían de ese sábado una rumba callejera, una feria popular. (Siempre nos topábamos en salidas y entradas sin pasar de allí) Su desgarbada y flaca figura y pinta de dañao nunca pasaba desapercibida, con una gorra calada hasta las orejas, pantalones y franela anchísimos, zapatos tenis y mirada de coño emadre preparaba un tabaco junto con algunos panas. Un malandro viejo. Me alargo el porro recién hecho y me convido un pase a manera de saludo.

-No mi compa ando de familia, le dije como pretexto y allí iniciamos nuestra primera conversa.
-Yo anduve con los ñangaras mi tío, haciendo revolución, sonando las guacharacas, una vez entrompamos a los Guardias Nacionales arriba en los Frailes, fue como a las dos de la madrugada-me dijo en medio de un acceso de tos y botando el humo- tuvimos que pira pal cerro; haciendo revolución en aquellos tiempos viejo, koño cuidábamos el barrio padre, allí no se permitía eso que se ve ahora, que los mismos atracan a los mismo, los quietos eran pa fuera, pal este, donde había pega, pa donde los sifrinos, ahora no, los menores quieren tene el barrio azotao, éramos malandros serios.

Torreja según me cuenta, había sobrevivido a los escuadrones de la muerte de la cuarta republica que asolaban los barrios, a la llamada ley de disparen primero y averigüen después de los gobiernos adecos, el cedula y contra la pared de las redadas, a la represión de los Cascos Blancos como llamaban a los pacos Metropolitanos, tres veces fue alojado en el extinto Reten de Catia, una de ellas pa salva a su hermano de cae encanao.
-Eran tiempos arrechos padre, por eso no entendí nunca esos de los madrugonazos en los barrios, fue como volve de nuevo a la historia Adeca, porke le voy a decir una vaina men, aquí donde usted me ve yo soy revolucionario y el Chávez es un duro, el esta con nosotros los pobres.

-Koño pero lo mas rudo de mi vida mi pana fueron los saqueos men, El Caracazo –esto me lo conto una vez que me lo conseguí en el aro, la canchita de una sola cesta del barrio-¡nojoooda, ve al cerro, al barrio arrecho, alzao, baja a buscar lo suyo, saliendo de todos laos!.. yo anduve con ellos padre, y mire que había que tene bolas pa arrechársele así a eso gobiernos; yo anduve con ellos, con los míos, levantando santa marías, abriendo supermercados, entrompando a los verdes y pacos que nos querían matar a todos, pero lo recuerdo con tristeza también, mi sobrina mas nunca volvió de ese día, la buscamos hasta en los pozos de la muerte paya, pa los Loa Frailes, donde echaron un poco de los que bajaron y fueron quebrados por los verdes. Nos decían que no había leche, que no había aceita ni azúcar y ke pa mas vaina iba a subir y cuando abrimos los portones y negocios había por coñazos eso nos arrecho mas. Recuerdo que primero no nos disparaban, habían guardias y pacos por todos lados en la av sucre, vigilando las entradas del metro, nos dejaban tranquilos y de repente empezó la masacre, nos llovía plomo de la Av. Sucre de la entrada de las estaciones del metro, luego nos allanaron el barrio, llegaban arrechos, tumbando las puertas soltando ráfagas al aire o al mismo gajo, dando culatazos y pa dentro el rancho de una; yo siempre dije que fue porke saqueamos una mueblería que sabíamos que era de un militar, uno de los grandes. Pero no, la vaina era otra, querían era acaba con los pobres, porke andábamos alzaos.

La ultima vez que vi al Torrejas fue en ese mismo callejón, una noche que baje a comprar vainas pa la casa, me dijo sálvame tío ando pegao, le alargue diez lucas, me conto que había conseguido chamba de albañil en una construcción en la Sucre, iba de salida y recuerdo que me dijo a manera de despedida “écheme la bendición tío”

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